De Úbeda a Huesa: Un viaje para reencontrar las raíces
El 3 de mayo fuimos al concierto de Joaquín Sabina. Se llamaba Hola y Adiós y fue especial por muchas razones. La forma en que nos llegó la invitación. Y el estado de ánimo con el que llegábamos: veníamos de un abril muy duro, como bien dice Sabina: "quién me ha robado el mes de abril". A nosotros de verdad nos lo habían robado. Yo me sentía como "el hombre del traje gris".
Aquel concierto fue un subidón de adrenalina y esperanza. Nos dio ganas de seguir adelante y la certeza de que, aunque las etapas sean duras, se pueden superar. Con ese ánimo renovado, decidimos exprimir los últimos días de mayo para una escapada. Y lo teníamos claro: queríamos volver a Huesa, ese lugar que para mí no es un "hola y adiós" sino un "para siempre".
Lo habíamos hablado días antes. Cristi sabía lo que significaba para mí… y para mis Ventanas de Luz. Así que nos pusimos manos a la obra. El 22 de mayo volamos a Málaga y luego carretera hasta Granada y, por fin, Huesa.
El coche del rentacar era feo, muy feo… un "seiscientos grande" de color indefinido que nada tenía que ver con aquellos que costaban cien mil pesetas. Pero daba igual. Pusimos el iPad con Google Maps y lo acompañamos con la que sería nuestra banda sonora: Hola y Adiós, de Sabina, en Spotify.
Fue en aquel concierto cuando empezamos a adentrarnos más en la vida de Sabina. Y es curioso: hoy estamos en Úbeda y, la primera casa que vemos, por pura casualidad, es donde nació Sabina, en la Plaza Primero de Mayo. Esas cosas que parecen guiadas por algo más.
Como siempre que llegamos a un sitio nuevo, nos montamos en el trenecito turístico para esa primera vista de pájaro. Úbeda tiene mucho por ver. Sin pensarlo, fuimos también a Baeza y, en el primer sitio libre para aparcar —como si nos dijeran: "¡para ya ese coche feo!"— estaba Machado, sentado en su banco. Un pueblo con cultura.
Además, Carmen, amiga de "Huesenos por el Mundo" y guía maravillosa, me escribe para recomendarme unos bares para tapear en Linares. No lo teníamos en mente, pero claro… eso es querer más cultura y más arte. Es decir: Raphael.
Y esta mañana me he despertado con una canción que no puedo sacarme de la cabeza. La voz de Ana Corbel cantando Andaluces de Jaén:
Andaluces de Jaén, aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién, quién levantó los olivos?
No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada, el trabajo y el sudor.
Aceituneros altivos… decidme, ¿quién levantó estos olivos? No los levantó la nada…
Espero no haberme ido demasiado por los cerros de Úbeda.
José Moreno Robledillo
Úbeda, mayo 2025
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✍️ Escrito por José Moreno Robledillo
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