El iceberg que nadie quiere mirar

14.06.2025

Carta a Andrés (y a tantos otros

✍️ Por José Moreno Robledillo

Esta reflexión nace de una conversación con un amigo. Me pareció honesto compartirla tal como surgió, porque sé que hay muchos Andrés ahí fuera. Y tal vez, como él, también merezcan otra mirada, sin ruido ni trincheras.

Andrés,

No quiero enredarme en la polémica ni confrontar. Ya sabes cómo pienso, y prefiero no perder la oportunidad de seguir hablando desde la amistad, aunque veamos algunas cosas de forma distinta.

Hace tiempo tomé una decisión: no dejarme arrastrar por el titular fácil. Quise hablar en voz baja. Y es ahí donde intento compartir mi punto de vista, sin gritos, pero sin esconder lo que duele.

Hoy hay algo que me gustaría decirte —sin ánimo de rebatir—, solo porque me parece importante no perder de vista esa parte del problema que casi nunca se menciona.

🧱 1. El foco mal dirigido: el corrupto visible

Cuando estalla un caso de corrupción, todo el peso recae sobre el político: dimisión, titulares, rifirrafes parlamentarios…

Pero eso es solo la punta del iceberg.

Detrás, hay una red empresarial y técnica que hace posible cada mordida. Sin ella, el político solo es un dedo apuntando al pastel.

💼 2. ¿Quién mete la oferta en el sobre?

Tú lo sabes bien: el político no mete las ofertas en el sobre.

Para que la trampa funcione, hace falta:

• Un empresario que diseña el sobre y paga por ganarlo.

• Técnicos, funcionarios, ingenieros… que evalúan, puntúan y muchas veces callan.

• Una cadena de decisiones internas que, si no participa directamente, al menos consiente.

🔍 3. ¿Dónde está el control?

Sobre el papel, todo parece bien diseñado:

• Sobres cerrados.

• Criterios técnicos ponderados.

• Mesas de contratación con varios perfiles.

• Interventores, secretarios, asesores…

Entonces, si todo eso existe, ¿cómo se cuelan las ofertas amañadas?

¿Fallan los controles? ¿O es que miran hacia otro lado?

🧨 4. La impunidad del corruptor

Las empresas que pagan mordidas:

• Rara vez reciben sanciones.

• Siguen contratando con la administración.

• Apenas aparecen en los titulares.

Y los técnicos que validan los procesos:

• No se auditan sus informes.

• No se revisan sus decisiones.

• No se cuestiona su papel, aunque la adjudicación haya sido amañada.

🧭 5. Si de verdad queremos frenar la corrupción…

Entonces no basta con señalar al político.

Hace falta:

• Exigir responsabilidades también al corruptor.

• Auditar procesos completos, no solo nombres mediáticos.

• Y reforzar los controles internos donde de verdad se juega la partida.

Y hasta aquí.

No busco convencerte, Andrés. Solo compartir lo que también me duele y me preocupa.

Yo también estoy harto.

Pero intento mirar el conjunto.

Y, sobre todo, no quiero quedarme atrapado en el zapping de escándalos. Prefiero pensar en lo que aún se puede mejorar.

Gracias por seguir ahí.

Un abrazo,

José Moreno Robledillo

Tenerife, junio de 2025

Este artículo nació a raíz de una imagen que me envió un amigo. En tono sarcástico, concluía que el culpable de la corrupción en el PSOE era, cómo no, Mariano Rajoy. Me hizo sonreír… y pensar. ¿De verdad todo se reduce a eso? ¿A quién gritamos más fuerte? ¿Y el resto del iceberg? Así fue como empecé a escribir. Porque hay otra corrupción —menos visible, más estructural— que solo se combate si aprendemos a mirar más allá de los titulares.


Si este artículo te ha hecho pensar, compártelo. Así, otras personas también podrán mirar más allá del titular.

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