La diplomacia del espectáculo

05.04.2025
"Trump se muestra dispuesto a rebajar los aranceles si le ofrecen algo 'fenomenal'."
Titular de El País, 4 de abril de 2025


Ese titular no es solo una declaración política. Es un síntoma.

El síntoma de un tiempo en el que el poder ya no se ejerce desde la responsabilidad, sino desde el espectáculo.

Trump no habla de acuerdos.

Habla de "algo fenomenal".

Como si los líderes mundiales tuvieran que desfilar ante él con sus mejores galas, como si el arte de gobernar fuera una función más de su show personal.

Cuando la diplomacia se convierte en espectáculo

La palabra "fenomenal" en boca de un presidente no tiene nada de inocente.

No es técnica. No es clara. No es política.

Es marketing.

Y cuando se sustituye la razón por el titular, el acuerdo por el aplauso, la política deja de ser herramienta de gestión y se transforma en teatro.

El problema no es solo Trump.

El problema es que esta lógica se contagia, se aplaude y se copia.

Mientras los mercados tiemblan, se anuncian "operaciones".

Mientras los ciudadanos sufren, se promete "algo grande".

Y mientras los principios se desdibujan, los líderes del mundo parecen competir por ver quién le arranca una sonrisa al emperador.

¿Y los ciudadanos?

Nos toca pagar la entrada al circo.

Nos quedamos sin certezas, sin reglas claras, sin respeto por las instituciones.

Y lo peor es que podemos acabar aplaudiendo sin darnos cuenta, solo porque alguien nos ofreció un buen eslogan, una tarjeta dorada o una promesa rápida.

"El arte de la gestión no debería ser un espectáculo.
Y los derechos no son fichas para negociar a cambio de un titular."