¿Por qué siempre acaba siendo culpa de la izquierda? | En Voz Baja
¿Por qué siempre acaba siendo culpa de la izquierda?
El otro día, leyendo un comentario de Andrés, me encontré con una reflexión interesante sobre el poder del Vaticano y la figura del Papa. Un análisis que, como suele pasar, acababa derivando en una crítica a la izquierda.
No es la primera vez que lo veo, y sé que no será la última. Pero eso me llevó a una pregunta más amplia:
¿Por qué siempre acaba siendo culpa de la izquierda?
📌 Un patrón repetido
No soy experto en el Vaticano ni en las estrategias de los papas, pero hay algo que me llama la atención cada vez que leo ciertas críticas. Da igual de qué se esté hablando:
La Iglesia.
La economía.
El cambio climático.
Siempre hay quien aprovecha para lanzarle un dardo a la izquierda.
📌 El argumento siempre parece claro
La Iglesia es una institución conservadora, con un poder inmenso que va más allá de lo religioso.
Hasta ahí, todos de acuerdo.
Pero entonces, en lugar de profundizar en ese poder, el discurso da un giro:
"Y la izquierda, tan ingenua, tan encantada con los papas…"
📌 ¿Por qué la izquierda incomoda?
Es curioso cómo, en muchos debates, cualquier crítica acaba convirtiéndose en un ataque a la izquierda, aunque el tema no tenga nada que ver.
Parece que existe un "anti-izquierdismo reflejo", una tendencia a desprestigiar a esa corriente política, aunque esté ausente de la discusión.
No digo que la izquierda sea perfecta. Claro que no.
Pero parece que su mera existencia molesta a quienes, desde la comodidad de su neutralidad autoimpuesta, disparan hacia todos lados… pero siempre hacia abajo.
Porque al final, esta crítica constante a la izquierda suele llevar implícita una capa de clasismo.
No se la ataca por sus errores, sino por su esencia: por estar asociada —aunque sea simbólicamente— a los que tienen menos, a los que luchan, a los que piden cambios.
📌 La paradoja de la Iglesia
La Iglesia, como institución, siempre ha sido conservadora.
Que hoy algunos de sus líderes hablen de los pobres no significa que su esencia haya cambiado.
Los hechos demuestran que su poder se usa más para frenar avances sociales que para promoverlos.
Y eso no es culpa de la izquierda.
Ni de quienes aún creen que es posible un mundo más justo.
📌 La estrategia de desviar el debate
Quizás el problema sea que, en vez de analizar a fondo el poder de la Iglesia, a muchos les resulta más fácil señalar a otros y convertirlo todo en una cuestión de bandos.
Así, una crítica legítima a una institución poderosa se convierte en otra lección moral contra quienes, para algunos, son demasiado ingenuos, demasiado idealistas, demasiado "izquierdistas".
Como si, cada vez que alguien señala una injusticia, hubiera que recordarle que no es perfecto.
Que pertenece a un grupo que siempre está equivocado.
Como si la crítica nunca pudiera quedarse en las ideas, sin esa dosis de desprecio hacia quienes creen en algo distinto.
📌 El precio del silencio
Quizá por eso, muchas veces, quienes levantan la voz acaban callando.
Porque ya saben que la respuesta no será un diálogo, sino otro dedo apuntando a su pecho.
Porque el debate ya no se centra en las ideas, sino en los bandos.
José Moreno Robledillo
Tenerife, mayo 2025
Escrito por José Moreno Robledillo.
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