Un día de dolor para los demócratas
Nota previa del autor
Este texto no busca alimentar trincheras ni banderas. Lo escribo desde la tristeza, no desde el ruido. Porque cuando la política duele, también toca decirlo. Con respeto. Con claridad. Con voz baja, pero firme.
A veces uno necesita escribir un artículo para expresar lo que siente…Y entonces aparece @Padylla con una viñeta que lo deja todo dicho sin palabras.
Y entonces, uno escribe...
Hoy no quiero entrar en debates. Ni responder a gritos con más gritos. Hoy, sencillamente, me duele la política.
No esa política mezquina que reparte eslóganes y trincheras. Me duele la otra. La que se hace con humildad y a pie de calle. La que no sale en titulares, pero está ahí cada día: en las aulas sin recursos, en los quirófanos saturados, en los portales con goteras.
Esa política que aún sostiene, a duras penas, lo que es de todos.
📉 Cuando la corrupción se repite, la confianza se agota
La corrupción no solo enfanga. También desmoraliza.
Y no por lo que cuenta —que ya es grave—, sino por lo que rompe por dentro: la esperanza de que esto pueda funcionar con un mínimo de decencia. De que algún día, la política vuelva a ser herramienta, y no espectáculo.
Claro que podríamos hablar de filtraciones, de estrategias, de "casualidades" en el calendario. Pero hay una verdad más terca que todo eso: la podredumbre no tiene buen momento para salir a la luz. Solo lo tiene para esconderse.
🏛️ La política con mayúsculas no se grita
Hay quien confunde democracia con escenografía. Pero lo esencial no hace ruido:
Que los impuestos se gestionen con justicia.
Que la sanidad no dependa del sueldo.
Que la vivienda no sea una lotería.
Que los representantes no vivan por encima de los representados.
Eso sí es política. Lo de hoy…lo de estos días…es otra cosa.
Y, como siempre, lo pagamos los de abajo: los que creen, los que madrugan, los que aún no han tirado la toalla.
Ni resignación ni zapeo de escándalos
No somos la vergüenza de Europa. Pero podríamos serlo… si normalizamos la desvergüenza.
El problema no es solo lo que hacen algunos. El problema es que, poco a poco, vamos aceptando el barro como paisaje. Como si no quedara más remedio.
Y, sin embargo, hay otras noticias. Hoy mismo: 15.000 trabajadores podrán cruzar la verja de Gibraltar sin ser tratados como sospechosos. Eso también es política. Y eso también importa.
Cierre: La voz baja no se rinde
Hoy ha ganado el ruido. Pero algunos seguimos creyendo que no todo está perdido.
Que hay otra manera. Que aún queda espacio para la dignidad, aunque sea pequeña, aunque no cotice en las encuestas.
Seguimos creyendo. Porque rendirse sería dejarles el campo libre. Y eso, no. Eso no.
José Moreno Robledillo
Tenerife, junio de 2025
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