Y si Groenlandia somos nosotros

15.04.2025

A veces hablamos de un lugar lejano… y estamos hablando de nosotros. Esta reflexión nace en la ironía, pero desemboca en algo muy real: cómo las grades decisiones que se toman lejos acaban marcando la vida de los que no levantamos la voz. Groenlandia, Canarias, el pueblo… ¿quién decide por quién?

¿Y si Groenlandia somos nosotros?

Cuando se habla de Groenlandia en clave geopolítica, suena a algo lejano. Un lugar helado, simbólico, sin gente —o con muy poca—, pero con un enorme valor para las grandes potencias.

Y es precisamente ahí donde comienza la incomodidad:

¿Qué pasa cuando un territorio pequeño, periférico, se convierte en moneda de cambio?

Desde Canarias, esa pregunta no es teoría. Suena cercana. Concreta.

Marruecos ha tenido al archipiélago en el punto de mira durante décadas. Lo vimos en 2002 con la ocupación del islote de Perejil. Lo intuimos en cada movimiento diplomático, en cada gesto económico. Hay una estrategia que avanza sin prisa, pero sin pausa.

Y Europa… Europa observa.

A veces reacciona.

A veces calla.

Casi siempre, llega tarde.

Ser parte de Europa nos da derechos, sí.

Pero también nos da una falsa sensación de protección.

Porque cuando entran en juego los intereses estratégicos, los ciudadanos de las periferias —las islas, los márgenes del mapa— podemos convertirnos en territorio de sacrificio.

Groenlandia puede ser Canarias.

Y puede ser cualquier otro lugar donde los principios se debilitan a cambio de una supuesta estabilidad.

Groenlandia no es solo un punto en el mapa.

Es una advertencia.

Y puede ser cualquiera de nosotros,

si seguimos creyendo que esto no va con nosotros.

"Groenlandia puede ser cualquiera de nosotros si seguimos pensando que esto no va con nosotros."

Jose Moreno Robledillo

Abril 2025