El ruido y la voz baja

10.06.2025

En un mundo donde el poder grita, empieza a oírse el eco de quienes aún hablan con sentido.

Llegó al poder diciendo que acabaría con todas las guerras en un día. Que bastaba con sentarse con Putin y hablar. Que lo de Israel también lo resolvería sin despeinarse. Y sin embargo, lo único que ha logrado —de momento— es convertir el ruido ficticio que lo rodeaba en ruido real. Un ruido que ensordece, que desgasta, que no construye nada.

Los estadounidenses, sí, son cada vez más americanos… pero también más pobres. Más aislados. Más señalados por un mundo que empieza a despertar del hechizo. Y mientras tanto, se desvanece otra cosa más silenciosa: la esperanza de quienes hablaban en voz baja.
Pero no del todo.

Porque ahí están: la presidenta de México, firme pero serena;
el líder conservador alemán, que se atreve a cuestionar lo que antes era intocable.
Personas que no necesitan gritar para hacerse oír, y que quizás —solo quizás— marcan el principio de algo distinto.

No puede ser que el mundo lo gobiernen los matones de patio de colegio.
No puede ser que quien más grita sea quien más voz tiene.
No puede ser que el poder se mida en volumen y no en ejemplo.

Hoy, en los periódicos españoles, se habla de guerras, de redadas, de despliegues militares,
pero nadie recuerda que todo esto empezó con gritos, insultos, amenazas.
Con el mayor insulto de todos: el que se lanza a la inteligencia, cuando se pretende hacer pasar a Putin por el pacificador y a Europa por la amenaza.

En estos meses algo ha cambiado.
Se ha hecho audible el eco de quienes hablan en voz baja.
Y se han empezado a romper las costuras de quienes solo saben gobernar con el dedo acusador.

El caso de Elon Musk lo demuestra: el disfraz se cae cuando llega el momento de gobernar de verdad.
Y caerán muchos más, porque la gente normal somos muchos más.
Y sí: tenemos poder. Solo que aún no lo recordamos.

Y mientras no lo usamos, seguimos repitiendo esa frase tramposa que lo justifica todo:

"Total, todos son iguales…"

No. No todos lo son.
Y ese, tal vez, sea el principio de la diferencia.

José Moreno Robledillo

Junio 2025


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