La cigarra, la hormiga… y nosotros

24.08.2025
Una cigarra sobre una roca canta al sol. A sus pies, una fila de pequeñas figuras trabaja en silencio. Ilustración simbólica sobre el contraste entre el ruido y el esfuerzo.
Una cigarra sobre una roca canta al sol. A sus pies, una fila de pequeñas figuras trabaja en silencio. Ilustración simbólica sobre el contraste entre el ruido y el esfuerzo.

"El problema no es que existan cigarras. El problema es que hemos confundido su canto con la verdad."

¿No me digáis que lo que estamos viviendo no es exactamente la vieja fábula?

Este invierno hemos tenido a muchas cigarras cantando. O más bien, gritando.
Desde el Congreso hasta los platós, desde redes sociales hasta tertulias de madrugada, no han dejado de trinar con ruido ensordecedor, sin pausa, sin silencio.
Gritos, insultos, palmas, taconeos, golpes en los atriles… todo amplificado por una prensa que dejó de informar para convertirse en eco del estruendo.
Y mientras tanto, las hormigas… trabajábamos.
En silencio, con cansancio, con poco reconocimiento. Haciendo lo que había que hacer.
Lo sabíamos: el verano llegaría.
Y con él, los incendios. Los expertos lo advirtieron, los técnicos lo sabían, los informes estaban.
Pero las cigarras seguían bailando sobre la mesa, entreteniendo a todos para que nadie mirara el monte seco.
Ahora vemos 350.000 hectáreas calcinadas.
Y como cada año, en cuanto el humo se disipe, las cigarras volverán a cantar dulces canciones de olvido, para que las hormigas no recuerden, para que bajemos la cabeza, para que pensemos que todo da igual.
Pero no. Esta vez las hormigas debemos decir basta.
Basta de aplaudir a quienes solo hacen ruido.
Basta de despreciar el trabajo bien hecho, aunque no luzca.
Basta de ignorar la previsión, como si fuera un lujo y no una responsabilidad compartida.

La fábula que volvió mientras respondía a Antonia

Esta mañana, mientras respondía a una lectora —y amiga—, Antonia, me encontré pensando en esa vieja fábula.
Antonia me había enviado un mensaje sincero, lleno de ese cansancio que muchos sentimos:
"Gracias por tu reflexión. Ojalá despertemos algún día y el pueblo se dé cuenta de la clase política que tenemos en este país —sean de las siglas que sean—. Son todos unos incompetentes al frente de nuestros impuestos, que solo sirven para abastecerse de gambas, entre otras barbaridades… En fin, tengo mucho cabreo, así que lo dejo aquí. Gracias por tus reflexiones cargadas de verdad y de ayuda para entender mejor todo esto. Un saludo."
Le respondí como suelo hacerlo: sin prisas, sin dogmas, en voz baja.
Y fue mientras le escribía que me vino a la cabeza esa imagen tan nítida: la cigarra y la hormiga.
Y entendí que esa historia que muchos leímos de niños, tal vez sin prestarle demasiada atención, describe con precisión lo que estamos viviendo.
Porque si uno se para a mirar, todo está ahí:
La cigarra canta mientras la hormiga trabaja.
La cigarra se entretiene, grita, se luce.
La hormiga prevé, guarda, cuida.
Y cuando llega el invierno —porque siempre llega—, la cigarra no tiene nada… y culpa a la hormiga por no compartir.

Cigarras que gritan, hormigas que resisten

Vivimos rodeados de cigarras.
Cantan en los platós, en los memes, en los hilos virales.
No planifican, no prevén, no se manchan las manos.
Solo quieren distraernos.
Y nos quieren así: cabreados, divididos, agitados, con la cabeza llena de consignas y la memoria vacía.
Y mientras tanto, las hormigas están en otra parte.
No gritan. Actúan.
Son los técnicos que conocen el monte, que saben cuándo se limpian los cortafuegos.
Son quienes redactan informes, denuncian negligencias, planifican a largo plazo.
Son los vecinos que cuidan un camino, que limpian una acequia, que siembran aunque no se les vea.
Son personas que no salen en los telediarios, pero que sostienen lo que aún queda en pie.

La previsión no da titulares. Pero da futuro.

Eso es la previsión:
no un titular de última hora,
no una rueda de prensa improvisada,
no una campaña en redes.
Previsión es trabajo silencioso, constante, invisible casi siempre.
El que no da votos, pero da futuro.
Y lo más triste es que hemos dejado de leer esa fábula.
Y peor aún: hemos dejado de entenderla.
El problema no es que existan cigarras. Siempre las ha habido.
El problema es que hemos confundido su canto con la verdad.
Que hemos cedido el espacio a los gritos y olvidado la voz baja.
Y que hemos dejado de reconocer el valor de las hormigas.
Porque sin ellas…
no hay invierno que se pueda resistir…
ni fuego que se pueda apagar.

José Moreno Robledillo
Agosto 2025

  • También puedes leer:

    • El aplauso sordo → segunda parte de la reflexión.

    • Recortes y cenizas → la importancia de la previsión en lo colectivo.

Si este texto te ha hecho pensar, puedes compartirlo o dejar tu comentario.

La cigarra, la hormiga… y nosotros: una fábula actual