02.07.2025
Sala de espera del servicio de radioterapia. Julio de 2025. Cada pantalla, cada número, cada silla… forma parte del ritual cotidiano de quienes luchan, esperan y agradecen en silencio.
Sala de espera del servicio de radioterapia. Julio de 2025. Cada pantalla, cada número, cada silla… forma parte del ritual cotidiano de quienes luchan, esperan y agradecen en silencio.

Sala de espera, sala de vida · Diario de Etapas #5

A veces, las salas de espera no son lugares grises.

Hoy quiero compartir una vivencia íntima. Y ojalá también sirva para agradecer.

Es la segunda sesión de radioterapia de Cristi. Serán 15 en total. Está previsto que la última sea el 21 de julio. Lo tenemos marcado en el calendario como una meta, pero sabemos que cada día cuenta por sí mismo.

Esta sala de espera es distinta. No hay prisas. Cada persona tiene su nombre, su diagnóstico, su historia. Y una cita con el acelerador que le ha tocado: el 1, el 2, el 3, el 4…

Frente a nosotros, varias pantallas. Una grande, como de aeropuerto, que lanza números, puertas, letras, trámites. Y otras más pequeñas que anuncian cuál es el siguiente turno. Un lenguaje nuevo, que con el tiempo se vuelve familiar.

El primer día nos atendió Mari. Con palabras sencillas, con calma, con cuidado. Nos explicó paso a paso qué pasaría. Desmontó mitos, calmó miedos. Qué importantes son esas Maris que aparecen en momentos clave. No solo por lo que hacen, sino por cómo lo hacen: con respeto, con ternura, con humanidad.

También nos entregó una bolsa de muselina, con la bata que Cristi usará en cada sesión. Siempre la misma. Como un pequeño ritual. Junto a ella, una tarjeta con su número de paciente. No hay que hacer colas: al llegar, pasas la tarjeta y el sistema te reconoce. Todo está pensado para que, dentro de lo duro, la rutina sea digna.

Hoy, mientras esperábamos, una mujer ha salido del acelerador aplaudiendo. Gritos, alegría. Era su última sesión. Celebrar eso es celebrar la vida. Otra etapa comienza. Otra montaña por escalar, sí. Pero también otra oportunidad para vivir con más claridad.

Veo muchas miradas así en esta sala. Ojos que lo dicen todo. Como los de una mujer mayor que salió sonriendo del acelerador 2. Le esperaba un familiar —su hijo o su yerno—. Se entendían sin decir palabra. En sus ojos había amor, alivio, orgullo.

Aquí ya no hay máscaras. Ni poses. Solo gratitud. Aquí todos sabemos que vivir no es un derecho garantizado. Aquí se dice sin palabras:

Estoy vivo. Gracias, ciencia. Gracias, sanidad pública.

Esta sala tiene agua, libros, periódicos, revistas… y una paz especial. Parece una sala VIP. No por el lujo, sino por la dignidad. Porque aquí no solo se espera: aquí se comparte, aunque sea en silencio.

Seguimos caminando. Paso a paso.

Gracias por estar ahí.

Este texto forma parte del Diario de Etapas, donde voy compartiendo, en voz baja, el proceso de acompañar a Cristi en su tratamiento. Si te interesa leer desde el principio, puedes empezar por Subiendo la montaña del cáncer.

José Moreno Robledillo

Julio de 2025